Videos: Cracks TP

    Este video resume los 15 relatos de directoras y directores seleccionados en la primera versión del Libro Cracks TP.

      Este video es la ceremonia de lanzamiento del libro Cracks TP, el que contó con la presencia destacada de Raúl Figueroa, exministro de Educación, y Magdalena Plant, socia de Red Directiva, quienes ofrecieron sus perspectivas sobre la obra.

      Libro “Cracks TP”

      El proyecto “Cracks TP” en su primera versión, presenta las historias personales y profesionales de diversos directores y directoras de establecimientos escolares técnico profesionales de todo Chile, quienes son un referente de compromiso, talento, y logros en sus comunidades educativas.

      Así en el presente libro, se recopilan los relatos de quince directivos escolares, desde la región de Arica y Parinacota, hasta la Región de Los Lagos, llegando incluso a Isla de Pascua.

      CracksTP: Álvaro, el director movilizador

      A fines de julio de 2023 en el Instituto Politécnico Bicentenario Juan Terrier Dailly –ubicado en Curicó- ocurrió un evento que para Álvaro Basualto Moreno –su director- fue la instancia más memorable de su carrera profesional. Fueron visitados por País Digital a través de su iniciativa “Academia Programa tus Ideas”, instancia en la que participaron equipos de estudiantes de 3° y 4° Medio de la especialidad de Programación y se reconocieron a los tres primeros lugares.

      Pero lo que lo emocionó a Álvaro no fue el reconocimiento en sí mismo, sino ver a  estudiantes –quienes se caracterizaban por sus dificultades actitudinales y su timidez para hablar en público- apasionados, comprometidos y ‘camiseteados’, presentando sus proyectos con una fluidez que él nunca habría imaginado. “Momentos como estos me entregan aún más convicción de que la profesión que elegí fue la ruta correcta y de que el cargo que cumplo hoy en día tiene un sentido profundo que me da plena satisfacción”.

      Un líder prometedor

      Álvaro Basualto es profesor de filosofía y a principios de su trayectoria profesional se desempeñó dictando clases de ética y filosofía en establecimientos escolares en las comunas de Macul, Santiago y San Ramón (RM). En esas experiencias, Álvaro comenzó a involucrarse en el área curricular y accedió a un magíster en esta línea.

      Este líder asegura que las bases de su liderazgo están inspiradas por la entonces directora de un colegio de la comuna de San Ramón; “Aprendí el significado de la relación humana con el docente y que movilizar a una comunidad educativa se logra en la medida que empatizo, creo en las capacidades y habilidades profesionales de mi equipo y trabajo colaborativamente”.

      Luego de tres años trabajando como docente, la Fundación Educacional Comeduc le ofreció a Álvaro el cargo de jefe técnico en el colegio Nora Vivians Molina de Recoleta y fue ahí donde la jefatura de la institución vio en él un enorme potencial para dirigir y movilizar a una comunidad educativa. Así, en el año 2011 le propusieron un nuevo desafío: ser parte del equipo directivo del Instituto Juan Terrier (JTD), ubicado en Curicó.  Luego de dos años como jefe técnico en dicha institución, le ofrecieron desempeñarse como director en este establecimiento tradicional que en la actualidad tiene 123 años de historia en la comuna de Curicó.

      Una ruta clara

      Se estima que 3 de cada 10 ‘curicanos’ egresaron del JTD, un establecimiento escolar reconocido en la cuidad, así como las 8 especialidades que imparten. El 80% de los estudiantes que cursan Educación Media Técnico Profesional en el JTD eligieron ese establecimiento escolar convencidos por la especialidad en la que se querían desarrollar.

      Así, cuando Álvaro asumió como director, se dio cuenta de que movilizar a esta comunidad educativa requeriría mucho trabajo y convicción: los docentes tenían una larga trayectoria en el colegio y las cosas funcionaba de una determinada manera desde antaño.

      Para este desafío Álvaro recordó el consejo de una directora “a los docentes hay que tratarlos con afecto, pero también con firmeza (…) No firmeza en temas de sanción, sino de que se den cuenta de que tú estás convencido de un trabajo colaborativo” y fue así como buscó convencer y movilizar a la gente con objetivos claros y compartidos, abriendo un camino de cambio en la institución.

      El primer gran trabajo para conducir al cambio fue entregar herramientas y capacidades técnicas a los docentes, convenciéndolos de que lo fundamental se da al interior de las salas de clases. Luego, se potenciaron liderazgos intermedios para, finalmente, pilotear, en ciertas especialidades, la metodología del Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP).

      Sobre ésta última, se dieron cuenta de que era una metodología que tenía un impacto muy positivo en el desarrollo de aprendizajes de los estudiantes y se continuó impulsando su desarrollo, apuntado a la resolución de problemas desde la innovación y contextualizados a la Región del Maule.

      Permear un sello

      Álvaro dice convencido que en su comunidad educativa trabajan para tener como sello distintivo la innovación, concepto que debe estar en sintonía con la ruta de mejora que se han propuesto. Y fue lo que les permitió ser un Liceo Bicentenario a partir del año 2020. Para el director eso marcó un antes y un después, puesto que todo su equipo visualizó que la ruta que estaban desarrollando había sido acertada y ha tenido un impacto claro que es reconocido fuera del colegio. Sin ir más lejos, fueron el tercer proyecto mejor evaluado a nivel nacional al momento de postular a esta convocatoria.

      Con este sello han invertido mucho en infraestructura, se han certificado en dos normas ISO –9.001 y 21.001-, lo cual ha impactado en el ordenamiento de la gestión institucional y han fortalecido la relación con su entorno como elemento clave en la educación técnico profesional. Además, el clima organizacional ha mejorado en los últimos años, y sus resultados no descienden del 86%. Álvaro cree que es por el ambiente ‘humano’ que se da dentro de la organización. “Mi liderazgo está fundamentado en creer en el otro”.

      A lo largo del tiempo, se han dado cuenta que son los mismos estudiantes quienes reflejan el impacto de su trabajo. A pesar de que este año se dio una baja nacional de los resultados del Simce –producto de la pandemia- en el JTD los resultados fueron mejores incluso que en períodos anteriores, subiendo 30 puntos en la prueba de matemática. Adicionalmente, han promovido que sus estudiantes participen activamente y sean reconocidos en instancias como Soluciones para el Futuro –de Samsung- , Go Innova –de INACAP y SaviaLab -FIA-, donde han destacado.

      En el primero de ellos, un equipo del JTD el año pasado obtuvo el primer lugar nacional con su proyecto “Agro Detect”, que consistía en un sensor capaz de detectar el exceso de pesticidas en el ambiente. “Uno se da cuenta de que, pese a las dificultades que hoy en día el sistema educativo está viviendo –principalmente en el ámbito de la convivencia escolar- desde esta forma de enseñanza-aprendizaje reforzamos esta área, potenciando el trabajo en equipo”.

      Tanto Álvaro como su equipo ven un notorio cambio en la autoestima de los estudiantes cunado se reconocen como capaces de generar ideas que van en beneficio de problemáticas que ellos ven a diario. “Ese es el estímulo que necesitamos para hacer nuestro trabajo”, agrega.

      Susana, la directora al servicio de sus docentes

      “¿Qué necesitas para hacer mejores clases?, ¿cómo te ayudo? Dígamelo y yo hago todo lo posible por conseguirlo”, son preguntas típicas de Susana Muñoz hacia docentes que trabajan en los establecimientos escolares que ha presidido.  

      Sin ir más lejos, su principal motivación para ser directora fue estar al servicio de los profesores, y no al revés, como ella había experienciado. “El milagro se hace dentro de la sala”, dice convencida, y para que eso suceda, busca ser una facilitadora. 

      Susana estudió en un colegio perteneciente a la red de colegios SIP en la comuna de Quinta Normal cuando su mamá era docente de ese mismo colegio. Cree que su experiencia escolar le brindó todas las oportunidades para desarrollarse. Por eso nunca se alejó de la educación: estudió pedagogía en inglés en la Universidad de Santiago de Chile, trabajó como docente 13 años y ya suma 22 años desempeñándose como directora. Siempre en colegios de la SIP.  

      Dice que se despierta todos los días feliz para ir a trabajar porque le encanta. También, apenada, cuenta que esta será su última experiencia profesional. Pero su voluntad es nunca alejarse de la educación y está determinada a ser mentora de otros directores -una vez retirada- como manera de transmitir todo lo aprendido durante su trayectoria y acompañar a nuevos profesionales capaces de cambiar la vida de miles de estudiantes. 

      El amor a la excelencia

      “Usted es capaz de todo”, les recuerda siempre a cada estudiante.  

      Susana está convencida de que una educación de calidad puede cambiar la historia de una persona. Para ella un buen profesor es una sumatoria de integridad, forma, trato y conocimiento. “Ser un buen profesor es muy difícil; pero yo necesito a los mejores”, dice. Ser excelente en el sistema educativo es una tarea titánica, y es justamente por eso que, como directora, siempre ha trabajado en base a las necesidades de su equipo y ha velado por su bienestar. “Uno nunca tiene que olvidar que trabaja con personas”, señala. 

      Los 3 cargos directivos que ocupó Susana siempre tuvieron algo en común: se encontraban en contextos sumamente desafiantes como bajo rendimiento académico, problemas graves de convivencia, asistencia y estudiantes en situaciones de alta vulnerabilidad socioeconómica. Esto, además, se sumaba a otros desafíos concretos como implementar la educación media en el colegio o, actualmente, la modalidad técnico profesional.  

      Recuerda con orgullo cuando, en el colegio que la Sociedad de instrucción Primaria tiene en la comuna de Lo Espejo, cuyos resultados académicos nunca resaltaron, aparecieron en distintos medios de comunicación por ser de los colegios más vulnerables del país dentro de los 10 mejores resultados en el Simce.  

      Susana cree que los datos son esenciales para la gestión escolar y se apoya en ellos para identificar brechas, espacios de mejora y éxitos. Los datos también la han acompañado en su trayectoria profesional y, debido a los excelentes resultados que ha logrado en la dirección de los colegios, su fama la antecede y la buscan para los desafíos más grandes. 

      El oasis de San Ramón

      En plena comuna de San Ramón, rodeado de ferias ambulantes, negocios de barrio y modestas viviendas se encuentra el Colegio Arturo Matte Larraín (AML). Imponente, de estructura moderna y colores negro y amarillo, no pasa desapercibido.  

      En el recreo el patio está más vivo que nunca: se escucha música cumbiera en altos parlantes, los estudiantes bailan, juegan ping pong, básquetbol y fútbol. Susana cuenta que, posterior a su jornada escolar, muchos de ellos se quedan en el colegio: “Es como su refugio”, dice.  

      Hace 8 años, cuando a Susana se le planteó el desafío laboral de liderar este establecimiento e implementar la primera especialidad técnico profesional se asustó.  La relación con los apoderados era compleja, y el ambiente demasiado desafiante.  

      Sobreponiéndose al temor inicial, Susana aceptó el desafío y lo primero que hizo fue reunirse con todos los apoderados que quisieran hablar con ella. La directora cree que lo más difícil de su carrera ha sido justamente su relación con ellos pues –en general- exigen mucho y endosan responsabilidades que sobrepasan los límites de un establecimiento escolar. “Ahora somos como tribunales de familia”, cuenta con humor.  

      Programación, la especialidad del futuro 

      El fundador de Cabify, gerentes de bancos, y desarrolladores de aplicaciones internacionales son algunas de las figuras que han inspirado a los estudiantes de segundo medio del AML a escoger programación como especialidad para los dos últimos años escolares.  

      Fue a través del seguimiento de sus exalumnos, que asistían a la modalidad técnico profesional (TP) en otros establecimientos escolares, como decidieron que esta implementación podría agregar valor a su proyecto educativo. No obstante, fue un camino largo: asambleas con toda la comunidad educativa, encuestas de preferencias, estudios de mercado y decenas de reuniones con equipos directivos de otros colegios con esta especialidad fueron parte del trabajo previo para dar el sí a la especialidad de programación. Luego de escuchar, conocer y evaluar, decidieron hacer algo completamente distinto para que sus estudiantes estén en la vanguardia de lo que es la programación.   

      Contrataron  un C Bootcamp -programa intensivo de desarrollo que se caracteriza por una formación de alta intensidad, a cargo de Coding Dojo ,que, además de formar a los estudiantes, los certifica en sus habilidades para facilitar su ingreso al mundo laboral. Adicionalmente, su meta es conseguir prácticas profesionales al 100% de los estudiantes de la especialidad.  

      Para implementar este sello en todo su proyecto educativo, desde pre kínder enseñan a los niños conceptos básicos de programación y, paulatinamente, robótica. También, cada estudiante desde 7mo a IV medio cuenta con un chromebook entregado en comodato y espacio en la nube que utilizan para el desarrollo de aprendizajes en el aula y fuera de esta.  

      Fin de ciclo 

      En su constante preocupación por el bienestar del equipo docente Susana busca nuevas ideas para hacer de su establecimiento un espacio grato para trabajar.  

      Recuerda cuando, el año pasado ya se acercaba el fin de ciclo en el AML y el agotamiento de los profesionales era evidente. Susana les envió un correo a principio de semana para convocarlos, como parte de la rutina, a una asamblea escolar.  

      Ya sentados y con su material de apoyo, aparece un reconocido comediante. Caras sorprendidas. Susana entre risas los invita a olvidarse del trabajo y tener un momento de relajo.  

      “Uno tiene que cuidar a su equipo y su bienestar”.  

      Katherine, la directora Rapa Nui

      El establecimiento escolar Aldea Educativa Hoŋa’a o te Mana -‘nido del conocimiento’, en español- ha trabajado incansablemente durante los últimos años para ofrecer trayectorias educativo-laborales que se ajusten a los proyectos de vida de sus estudiantes, permitan su pleno desarrollo personal y, consecuentemente, el de la isla de Rapa Nui.

      El valor transversal de la preservación y desarrollo de su cultura es el eje del proyecto educativo liderado por Katherine Ringeling y se hace presente en todas sus dimensiones: Desde la arquitectura innovadora, cuyos muros reflejan los símbolos de la cultura plasmado por las manos de los estudiantes y guiados por educadores tradicionales quienes traspasan sus conocimientos a las nuevas generaciones; las temáticas propias del pueblo Rapa Nui que guían el proceso de enseñanza-aprendizaje en las distintas asignaturas; las zonas arqueológicas y esculturas rupestres al aire libre que son parte de su terreno y el uso del tambor como guía para las pausas y retorno de clases son algunos ejemplos.

      Así, la realidad de esta comunidad educativa dista mucho de aquellas del ‘continente’. Además, considerando que aún no existe oferta de educación superior en la isla, aquellos estudiantes que quieren continuar sus estudios deben enfrentar una serie de desafíos que, en algunas ocasiones, termina por acabar su motivación de tener estudios superiores.

      La Aldea Educativa fue vanguardista en ofrecer la modalidad educativa técnico profesional en la isla y su implementación surgió ante una necesidad levantada por la comunidad a través de una consulta ciudadana. Hoy cuentan con tres especialidades: Servicios de Turismo, Agropecuaria y Administración, logrando posicionar esta modalidad de estudios y las oportunidades que otorga en la isla y así, ser el establecimiento escolar con mayor matrícula de séptimo a cuarto medio de RapaNui.

      Proyecto educativo centrado en las raíces

      Katherine, oriunda de Quilpué, conoció durante su etapa escolar a quien años más tarde se convertiría en su marido y la incentivaría a vivir un tiempo en su tierra natal: la isla de Rapa Nui. Lo que en un principio pensó que sería una breve experiencia de 2 años, hoy suma 20 años trabajando: primero como profesora de ciencias, luego como jefa de UTP y, desde el año 2014, como directora.

      La Aldea Educativa, -inaugurada en 2005 luego de la división del Liceo Lorenzo Vega en escuela y liceo-, cuenta con 18 hectáreas que permiten sostener un proyecto educativo basado en el aprender haciendo, con un rol preponderante de la cultura Rapa Nui que se conecta de manera integral con todos los procesos formativos. Para esto, cada año eligen un tema de su cultura y todas las clases de las distintas disciplinas trabajan en base a eso. El año pasado eligieron los Moais como temática y tanto arte, matemáticas y lenguaje lograron que estos fueran la base de sus actividades.

      La zona geográfica del establecimiento también ha propiciado la conexión de los estudiantes con las raíces de la isla. Dentro de sus dependencias se encuentra el antiguo Lazareto de RapaNui, el cual a inicios del 1900 se utilizó para tratar y detener el brote de lepra en la isla. También cuentan con zonas arqueológicas, lo que permite a los profesores salir de las salas de clases y utilizar estos espacios como museos vivos de la historia local.

      Este sentido de pertenencia de la comunidad educativa es algo que ha cautivado a Katherine. Durante la pandemia por Covid-19, fueron el primer colegio en Chile en volver a la presencialidad, provocado por la alta insistencia de los propios estudiantes y sus familias de volver a las salas. Además, pese a lo adverso de su clima -que fluctúa entre el sol y la lluvia en minutos-, los estudiantes se esfuerzan por llegar a las salas de clases y el ausentismo está lejos de ser problema para ellos. Adicionalmente, si existe algún daño en sus instalaciones, los estudiantes son los primeros dispuestos a arreglarlos -fuera de sus horarios de clases-. Según su directora, lo que más caracteriza a estos estudiantes es su gentileza y compromiso.

      Educación TP en la isla

      En el 2005 fue la misma comunidad isleña quien, a través de una consulta ciudadana y ante la necesidad de que los estudiantes contaran con más herramientas para enfrentarse al mundo del trabajo, sugirió la implementación de la educación técnico profesional (TP). Así, la Aldea Educativa asumió el desafío y la vanguardia de su implementación, proceso que para Katherine marcó un antes y un después en el Liceo.

      No obstante, Katherine recuerda el escepticismo de la comunidad al proyecto educativo que no se basa en el cuaderno como herramienta principal, sino en el aprender haciendo. Si bien en su momento este escepticismo se manifestó en una baja en matrícula, hoy cuentan con 450 alumnos de séptimo básico a cuarto medio, significativamente mayor frente a un promedio de 120 estudiantes entre los otros dos establecimientos escolares de la isla.

      Katherine valora el impacto de la educación TP en el desarrollo de las trayectorias educativo-laborales de sus estudiantes. Asegura que esta modalidad de estudio les permite desarrollar una serie de habilidades blandas que facilitan su inserción al mundo laboral o en la educación superior.

      Así, con el fin de potenciar estas trayectorias, las especialidades ofrecidas cuentan con diferentes instancias de articulación con empresas de la isla: la especialidad de turismo mantiene una colaboración con una reconocida aerolínea, los principales hoteles y la asociación de guías certificados. Así,  los estudiantes tienen una activa participación en la recepción de turistas. En el caso de la especialidad agropecuaria, se trabaja con las entidades estatales como el SAG, CONAF entre otras.

      El lejano continente

      Katherine cuenta que no hay una regularidad respecto a las trayectorias de los estudiantes cuando egresan de cuarto medio. Hay generaciones en las cuales la mayoría opta por continuar con estudios superiores, como otras donde, en la mayoría de los casos, los estudiantes deciden quedarse en la isla y trabajar.

      Uno de los desafíos más grandes, para Katherine y su equipo, está relacionado a las trayectorias educativo-laborales y es la adaptación de sus estudiantes en el llamado ‘continente’. La distancia con sus familias y amigos, la diferencia cultural y los altos gastos económicos son parte de las adversidades que enfrentan cuando deciden continuar con estudios superiores.

      Para hacer frente a este desafío, han implementado prácticas como giras de estudio a Santiago en donde los estudiantes conocen universidades, colegios y hasta centros comerciales, con el fin de que su preparación sea integral de cara al ingreso a la educación superior.

      Katherine asegura que hoy los esfuerzos están puestos en aumentar la articulación con la educación superior y el sector productivo. A pesar de que han avanzado en la materia y hoy cuentan con diferentes convenios con empresas y universidades, la directora asegura que aún hay mucho por hacer y que todas las oportunidades que se presenten para aprender nuevas metodologías en pos a la mejora educativa, tienen que tomarse. En esta línea, durante los próximos 8 meses Katherine junto a su equipo directivo serán parte de Fortalece TP, programa del CILED ejecutado por INACAP, en cual buscarán fortalecer su articulación con la educación superior.

      Luis, el director de trayectoria rural

      Durante 20 años Luis Guerrero trabajó como docente y director en sectores rurales de la Región de Coquimbo -Tahuinco, Panguesillo y Cunlagua algunos de ellos-. Apasionado por entregar oportunidades de desarrollo al estudiante rural y convencido de la importancia del trabajo con la comunidad, la vida profesional de Luis estuvo cargada de cambios: vivió en 7 lugares, donde en algunos casos el número de habitantes no superaba las mil personas. En ocasiones vivió en pensiones y lejos de su familia, sacrificios que le permitían la dedicación plena de su profesión. 

      Tras su experiencia en los establecimientos escolares más pequeños y distantes de Chile, Luis asegura que el estudiante rural ha estado ‘en el olvido’ de los distintos gobiernos y que no existen planes que velen por el desarrollo y bienestar de la educación rural, que acoge a los estudiantes con mayores necesidades del sistema escolar. 

      Insaciable en su vocación de educador, trabajó durante tres años alrededor de 60 horas semanales para hacer clases vespertinas a adultos. Su vocación también traspasó las fronteras de los colegios y su participación en actividades municipales o juntas de vecinos eran ya parte de su labor.   

      Intervención comunitaria

      Luis Guerrero en su etapa escolar vivió de cerca las adversidades de los estudiantes rurales: vivía junto a su familia en la población Tierras Blancas de Coquimbo que no contaba con establecimientos escolares cercanos y recuerda los largos trayectos que hacía en compañía de sus hermanos, caminando o, si tenían suerte, en bus.

      Titulado como profesor general de enseñanza básica en la hoy llamada Universidad de La Serena, su primera experiencia laboral fue a sus 23 años como docente en el poblado de Tahuinco -comuna de Salamanca-, y fue también la primera vez que salió de su ciudad natal. Durante los tres años que trabajó en lo que históricamente fue una estación de ferrocarril, Luis se convirtió en la mano derecha del director y comenzó un largo camino ligado a intervenciones con la comunidad y a actividades fuera de las salas de clases con sus alumnos, como la creación del grupo juvenil artístico de Tahuinco dedicado a la creación de intervenciones de arte y música. 

      Las capacidades de liderazgo demostradas en Tahuinco le valieron para que, con solo tres años de trayectoria, fuera contactado por el alcalde de Salamanca para asumir el cargo de director en la escuela básica Panguesillo. Así, encantado de asumir ese desafío, durante siete años lideró el proyecto educativo donde, junto a su equipo, crearon los cursos de 7º básico a 4º medio, así como su área técnico profesional. La gran necesidad de que existiera esta oferta de formación en la comunidad abrió la posibilidad a que adultos exalumnos pudieran también terminar el colegio y salir con títulos de técnico de nivel medio. 

      En Cunlagua Luis dice haber desarrollado uno de los proyectos más emblemáticos de su trayectoria profesional. Este poblado no contaba con tendido eléctrico, servicios de salud ni agua potable. Luis, entendiendo que esas necesidades no eran ajenas a su labor,  durante los cuatro años que lideró este proyecto educativo, crearon diferentes comités integrados por estudiantes de las áreas técnico profesional correspondientes y apoderados, logrando que, al cabo de unos meses, toda la comunidad pudiera acceder a estos servicios básicos. 

      Cuando sus hijas crecieron, Luis junto a su familia decidieron moverse a la ciudad, La Serena, y fue en el Liceo Ignacio Carrera Pinto donde realizó su primera intervención en educación urbana. Este establecimiento escolar, influido por su alta vulnerabilidad, venía antecedido de grandes problemas de deserción, siendo los embarazos adolescentes una de las mayores problemáticas.

      Sin sustento económico para resolver el problema de deserción en las estudiantes mujeres y madres, Luis nuevamente recurrió al trabajo en comunidad. Así, a través de rifas y recaudación en eventos, lograron abrir una sala cuna para que las estudiantes pudieran dejar a sus hijos mientras estudiaban. Con iniciativas como estas, de a poco el establecimiento se adaptó a las necesidades reales de sus estudiantes y las cifras de matrícula y deserción comenzaron a ser alentadoras para esta comunidad escolar. 

      La única vez que Luis se desempeñó fuera de un establecimiento escolar fue como  jefe del Departamento de Administración de Educación Municipal (DAEM), lo que le permitió iniciar un proyecto que ni él sabía que lideraría a futuro. En su cargo, postuló al Instituto de Administración y Comercio Estado de Israel para que fuera considerado Liceo Bicentenario. Con el tiempo, tomó la dirección del establecimiento y fue de su mano que consiguieron el reconocimiento que tanto buscaban.

      Exigencia y altas expectativas

      El Liceo Estado de Israel ha visto como desde la llegada de Luis a la dirección, se han involucrado en una dinámica de mejora continua. “Exigencia y altas expectativas” es como describen sus colegas la metodología del director. 

      El desafío actual de esta comunidad educativa es convertirse en un referente a nivel nacional en educación técnico profesional. Así, han implementado nuevas prácticas en beneficio directo de fomentar trayectorias educativo laborales en sus estudiantes: implementación de nuevas tecnologías, la apertura de una escuela de negocios y laboratorios de alto estándar. 

      Desde el año pasado, la articulación del establecimiento escolar con diversas instituciones de educación superior han acompañado y dotado de información a los estudiantes de los diferentes caminos y oportunidades que pueden elegir una vez egresados. Hoy, casi un 90% de los estudiantes ingresa a la educación superior y la cifra de deserción escolar es del 1% -en comparación con la realidad nacional-.

      La experiencia de Luis lo ha convencido de que el trabajo colaborativo entre equipo directivo, docentes, apoderados y estudiantes es la clave para lograr avances significativos. Así, ante cualquier alarma, esta comunidad educativa se moviliza en pos de entregar las mejores oportunidades a sus estudiantes. 

      Mauricio: El director pro

      Lo vivido en los últimos años en el Liceo Bicentenario Colegio Diocesano Obispo Labbé ha sido una verdadera revolución en materia educacional. Liderado por Mauricio López Leiva -quien se ha desempeñado en educación por casi 20 años-, han implementado un proyecto de enseñanza que responde a la realidad de sus estudiantes y les ha permitido obtener diferentes reconocimientos: convertirse en un Liceo Bicentenario, ser uno de los primeros colegios del país en implementar un equipo de innovación y el primero de la zona norte en estar ad portas de un proceso de acreditación por Google.

      Con un 83% de vulnerabilidad socioeconómica y empalmados en el histórico barrio El Colorado de Iquique, esta comunidad educativa no ha quedado ajena al desarrollo de su entorno. El crecimiento del turismo y las labores que requieren amplios conocimientos técnicos ligados a las empresas portuarias, comercio y servicios, son la principal motivación de este establecimiento que hoy busca entregar a sus estudiantes virtudes cardinales y teologales, y fundamentalmente habilidades propias del siglo XXI.

      Participación y autonomía colaborativa son los sellos que Mauricio ha intentado impregnar en sus estudiantes y docentes, permitiéndoles ser parte de la toma de decisiones y de la búsqueda de soluciones. Con más de mil alumnos, la convivencia no parece tarea sencilla, pero su actual director asegura que como comunidad escolar entregan las herramientas necesarias para que sean ellos mismos quienes den respuesta a estos problemas. 

      Un ejemplo de esta búsqueda de la autonomía es el caso de Benjamín, estudiante de quinto básico, quien durante un recreo -recuerda Mauricio-, se le acercó con inquietud. Junto a sus compañeros no lograban encontrar una solución a la alta demanda que tenía la cancha de fútbol del colegio. 

      Mauricio le preguntó a Benjamín qué solución proponía él. El estudiante, luego de pensar un rato, le propuso un sistema de turnos y la compra de una pizarra que les permita organizar de manera equitativa el uso de la cancha.

      Mauricio comenta que hace unos años atrás él hubiese ideado la solución de manera paternalista. Sin embargo, asegura que hoy le permiten a los estudiantes ser parte de la búsqueda de soluciones, empoderándolos y convirtiéndolos en actores clave dentro del establecimiento.

      De inspector a director

      Oriundo de María Elena, un pequeño poblado salitrero al interior de la Región de Antofagasta, Mauricio ha dedicado su vida a la educación. Egresado de la Universidad de la Serena, comenzó su trayectoria como profesor de historia y geografía en el Colegio Calama, y como docente directivo en el Instituto Obispo Silva Lezaeta de Calama, donde principalmente se enfocó en ejercer el rol de inspector general. 

      Comenta que hoy ejerce un liderazgo muy distinto a cuando comenzó su camino en la educación, donde era un inspector muy disciplinado “clásico ochentero” y las soluciones siempre eran punitivas, la única manera que conocía hasta ese entonces para mantener la armonía escolar. Afirma que eso cambió, que su trayectoria lo ha ido formando y le ha permitido entender que los alumnos de ahora son muy distintos a los de antes: “Los jóvenes de ahora son dialogantes, están mucho más empoderados”, afirma.

      Durante su carrera, Mauricio fue siempre la mano derecha del director. Si bien participaba en la mayoría de las decisiones, estas nunca fueron su completa responsabilidad. Tras una década como inspector general quiso explorar en el área pedagógica, sin embargo, su buena valoración no le permitió dejar lo disciplinario y terminó desarrollando ambas de manera paralela. 

      Valorado por su capacidad de aprender y de buscar soluciones respaldadas en la teoría, sus colegas y estudiantes lo apodaron “el pro”.  Su paso por áreas disciplinarias y académicas, lo convirtieron en la persona idónea para liderar los cambios del colegio.  A nueve meses de haber asumido como director se encuentra cursando nuevos estudios en la Universidad de Villanueva, España.

      Un cambio de paradigma

      El año 2018 fue un punto de quiebre y, junto con el sostenedor, Claudio Molina Illanes, decidieron implementar cambios en su modelo educacional y dar un giro:Teníamos que implementar un proyecto educativo que estuviera de la mano con la realidad de nuestros estudiantes”, dice Mauricio.

      Fin de las clases expositivas, no centrar la enseñanza en contenidos y terminar con las notas como un sistema punitivo de calificación, fueron las primeras acciones para lograr  este nuevo paradigma que busca que sus alumnos tengan habilidades propias del siglo XXI, pues creían que el modelo de educación que impartían estaba obsoleto. En el camino la tarea les quedó grande y una alianza con el Centro de Innovación de la Universidad de la Frontera (iDEAUFRO), les permitió despegar y desarrollar una formación experiencial a través de metodologías activas.

      Ya para el año 2019 estaban piloteando modelos de aprendizajes como ABP -Aprendizaje Basado en Proyectos- y ABR – Aprendizaje Basado en Retos-. Mauricio asegura que el nuevo modelo les ha permitido entender la educación de una forma muy distinta. Hoy promueven liderazgos distribuidos, donde las decisiones y responsabilidades son trabajadas de manera conjunta con la comunidad escolar. Las notas ya no son vistas sólo como un número, sino que son un concepto que entrega una posibilidad de aprendizaje. Hoy los profesores cuentan con espacios e instancias de reflexión que les permiten ir mejorando día a día sus prácticas”, comenta. 

      Un proyecto que ha sido motivo de orgullo para este establecimiento fue la creación de un equipo de innovación -liderado por la docente Aileen Flores Araya-, siendo uno de los primeros colegios del país en implementar algo así. Aquí buscan que todos los proyectos que se quieran aplicar en el liceo sean prototipados e implementados con versiones piloto que a futuro les permita considerar la importancia de realizar o no las inversiones.

      Este proceso permitió entender nuevas necesidades originadas post pandemia: los estudiantes -acostumbrados a tecnologías rápidas y dinámicas- perdían el interés de las clases ante los problemas de interactividad. Ante esto, eliminaron los proyectores y los reemplazaron por televisores de alta resolución, integraron internet en todo el establecimiento y los laboratorios de computación fueron llevados a las salas a través del uso de tablets. Hoy la experiencia de los estudiantes les permite aprender, pues se adecúa a sus necesidades. 

      Grandes reconocimientos

      Diciembre de 2020 fue un mes que cambió por completo el rumbo del Colegio Diocesano Obispo Labbé. Mauricio, que en ese momento se desempeñaba como director académico, ajustaba los últimos detalles para la reunión que tendría el equipo directivo con el Ministerio de Educación.

      Hace dos años esperaban este encuentro, pues la puesta en marcha del nuevo modelo educativo les había permitido ser considerados dentro los establecimientos que podían postular a obtener mayores fondos estatales. Al comenzar la reunión, que por motivos sanitarios fue a través de zoom, su sorpresa fue mayor. El expresidente Sebastián Piñera se unía para felicitarlos por su gestión y notificarles que habían obtenido la acreditación como Liceo Bicentenario.  

      Hoy, con Mauricio a la cabeza, se preparan para un nuevo proceso de construcción de su Proyecto Educativo: a principios del 2022 fueron notificados de estar seleccionados para ser un School Reference, certificación entregada por Google a colegios que han integrado la tecnología en los procesos de enseñanza. Actualmente son tres los establecimientos en Chile certificados, ninguno de la zona norte del país. 

      Mauricio asegura que el trabajo conjunto ha sido la clave para alcanzar estos logros y soñar con más oportunidades de mejora. Así,  con su equipo directivo, docentes y estudiantes “remando hacia el mismo lado”, seguirán trabajando en la construcción de una educación con altos estándares de calidad. 

      Víctor: el director visionario

      El Liceo Bicentenario de Excelencia Polivalente San Nicolás fue catalogado como el mejor Liceo Bicentenario de Chile, en el año 2018. Durante el 2019 -previo a la pandemia- más de 150 establecimientos educacionales fueron a visitar este proyecto educativo que estaba logrando excelentes resultados en evaluaciones estandarizadas (SIMCE y PSU) a nivel comunal, regional y nacional. De hecho, el impacto de su enseñanza también se vio reflejado en la encuesta Casen por generar empleabilidad y mayores ingresos a los habitantes de la comuna. El camino para lograr esta ‘joya’ en educación ha sido acompañado por Víctor Manuel Reyes, actual director y docente de Biología y Química que, inspirado por modelos educativos del extranjero, se presentó al Departamento de Educación Municipal (DAEM) de San Nicolás, e incluso en el Ministerio de Educación, con una propuesta de cambio.

      El oriundo de Coihueco

      Victor Reyes estudió en una escuela rural ubicada en el sector de Roblería, comuna de Coihueco, Ñuble. Cuando su familia decidió matricularlo en un colegio más grande de la ciudad de Chillán, fue víctima de bullying por la manera en que pronunciaba las palabras, por su origen y el vacío que tenía en algunas materias. Esta experiencia lo marcó profundamente y le sembró una inquietud que mantiene hasta el día de hoy: ¿Por qué la gente con menos recursos no puede acceder a las mismas oportunidades de formación

      El profesor de Biología y Química empezó su carrera profesional a principios de los 90 como docente, tanto en colegios rurales como en particulares subvencionados. Cada uno con necesidades muy diferentes pero, sin embargo, al alero del mismo currículo. Ahí despertó su segunda gran inquietud: la descontextualización del sistema escolar con la educación rural. “Si yo veo que le sirve a los estudiantes, lo tomo. Si veo que es una utopía, le voy dando un sentido diferente”, dice Víctor sobre su metodología de enseñanza.

      Víctor -a la derecha- en provincial de cueca, junto a estudiantes del Liceo San Nicolás, 2019.

      Como docente, como miembro de la Dirección Municipal de Educación o como director, Víctor siempre mantiene la calma y piensa antes de hablar. Asegura que esta habilidad lo ha mantenido sano y atento a las necesidades de las comunidades educativas, en especial de los estudiantes: “Yo siempre digo que los que más saben son los niños(as)… Muchos de los cambios que hemos realizado son por las conversaciones que hemos mantenido con ellos. Yo creo que, mientras uno siga a los estudiantes, no te vas a perder”, dice.

      Este amante del método científico, usualmente se despierta en medio de la noche y le da vuelta a los desafíos que tiene por delante. Le gusta observar sistemáticamente, medir, experimentar, formular, analizar y modificar en el caso que sea necesario. Así, sin miedo al cambio, ha aplicado este método en los distintos desafíos laborales que se le han presentado

      Una mirada hacia afuera

      Luego de 9 años ejerciendo como docente y conociendo distintas realidades en el sistema educativo chileno, Víctor realizó una pasantía en el área de la didáctica de las ciencias en Barcelona, España, y quedó maravillado. Su experiencia en un colegio técnico profesional del viejo continente confirmó que los cambios se pueden hacer: una educación ajustada al contexto y al sistema productivo local, con grandes nexos con empresas, sistemas de articulación, dinamismo, excelentes instrumentos de medición para lo conceptual, rúbricas para lo procedimental y espacio para la valoración de lo actitudinal.

      Así, aterrizó en Chile con una idea clara para el sistema educativo nacional y tocó la puerta del DAEM de San Nicolás e incluso del Ministerio de Educación para implementarla… Pero el cambio no se podía generar de un día para otro y, como docente, era una misión muy difícil de empujar.

      El levantamiento del Bicentenario de San Nicolás

      • “El colegio cambia y el impacto que tiene en el contexto social del sector es impresionante”.

      San Nicolás es una comuna ubicada en la Región de Ñuble, en la zona central de Chile -a 25 kilómetros de la ciudad de Chillán- y las principales actividades económicas de la zona son rurales: forestal y agrícola. El Liceo Bicentenario de Excelencia Polivalente San Nicolás es uno de los dos establecimientos educacionales del sector y actualmente cuenta con una matrícula de 2.505 estudiantes.

      Sin embargo, en 2007 el colegio tenía 308 estudiantes y peligraba su cierre. Víctor en ese entonces trabajaba en el DAEM de San Nicolás y, en conversaciones con el alcalde, decidió liderar un plan para reformular el establecimiento y asumió como director interino mientras encontraban a alguien con un perfil ideal. “La pobreza era extrema… Yo sabía que, sin un cambio radical, el establecimiento iría directo al fracaso, al repetir prácticas que no tenían ningún asidero en el mundo técnico profesional (TP)”, dice.

      Fueron años en que hicimos muchísimos planes propios, que aprendimos a sacudir todo: botar lo que no servía e incorporar lo que estaba ocurriendo en el sector productivo”, dice Víctor, quien desde ese año, al confirmar su idoneidad para el cargo, sigue liderando el establecimiento como director, luego de postular a través de la Alta Dirección Pública.

      Discurso de Víctor en firma de convenio con el sector productivo.

      De esta manera, convencieron a la empresa Masisa para formar técnicos en el área de la madera a través de responsabilidad social empresarial, formaron un Consejo Asesor Empresarial (CAE), generaron alternancias con Danone, empresa que recién había llegado al sector -y donde actualmente hay exalumnos en cargos de jefaturas-, entre muchas otras iniciativas que buscaban vincularse con el sector productivo y adecuar el currículo a las necesidades reales del sector. “Tanto fue el impacto que esto causó, que las cifras Casen en San Nicolás se revirtieron en 8 años, pues en todas las casas había un técnico que estaba trabajando y aportando a la familia”, cuenta el director.

      Con estos cambios, de a poco, la gente empezó a encontrarle sentido a la educación TP como una herramienta muy poderosa para salir de la pobreza y después proyectarse y estudiar. Así, y con las Becas Nuevo Milenio que empezó a entregar el Mineduc para estudiar una carrera TP, los y las estudiantes empezaron a soñar con acceder a la educación superior: “Eso nos hizo nuevamente reformular la parte curricular y comenzamos a hacer nexos con la educación superior”, cuenta Víctor.

      Víctor firmando un convenio en inauguración AIEP Chillán.

      Hoy

      • “El día que empezamos a crear nuestros planes y programas en base a las necesidades de los estudiantes, comenzamos a crecer”.

      Es impresionante ver cómo los estudiantes se han empoderado y el tema de sus especialidades les llega al corazón”, dice Víctor. El director soñó con lograr que la elección por optar por la educación científico humanista o técnico profesional sea una decisión del estudiante en base a sus gustos y sueños y cree que van en la dirección correcta. Lo emociona ver cómo estos van abriendo caminos libremente: “Un joven que salió de la especialidad Química Industrial, apasionado con su especialidad, entró a estudiar medicina en la Universidad de Talca”, dice, y casos como estos hay muchísimos.

      Víctor y exalumna en Universidad del Biobío.

      Hoy el Liceo Bicentenario de Excelencia San Nicolás es reconocido a nivel regional, nacional e internacional por sus excelentes resultados y su atractivo proyecto y sellos educativos centrados en el estudiante. Debido a esto, no logran abarcar al sinnúmero de postulantes que tienen, pero quieren expandir su visión y comparten todo tipo de experiencias, incluyendo sus programas. En 2019, por este logro en el San Nicolás, la intendencia de Ñuble le entregó a Víctor la primera medalla “Vicente Méndez”, otorgada a quien consideran ‘el ñublesino destacado del año’.

      Víctor recibiendo el reconocimiento “Vicente Méndez” otorgado por el intendente de la región de Ñuble -2019-, Martín Arrau.

      Este líder educativo es un convencido de que la sociedad es producto de la educación y que la educación TP es un refugio y una oportunidad para sus estudiantes: “Para ellos es un camino para emprender, independizarse y empezar a construir su futuro”, dice. Todo lo que soñó en implementar en Chile lo pudo hacer en este colegio de San Nicolás y la evidencia demuestra que esa visión y determinación ha logrado cambiar vidas y una sociedad entera.

      Giovanni: el director del vaso medio lleno

      Hace 9 años atrás, en pleno verano, Giovanni Mora recibió una citación por parte de la corporación municipal de Lampa -a cargo del liceo en el cual ejercía como profesor de historia-. Estaba nervioso, pues no se imaginaba para qué podía ser la citación, la que finalmente resultó en una oferta para ser el nuevo jefe de UTP del liceo. “Nunca pensé obtener un cargo directivo, no porque creyera que no tenía las capacidades, sino porque no estaba en mis prioridades… Ni mucho menos a mis 29 años”, dice. Y así comenzó su primer gran paso en el camino del liderazgo educativo. 

      Ejercer como profesor fue un camino desafiante para Giovanni. Tras egresar de Pedagogía en Historia en 2007 se trasladó a la comuna de Lampa para vivir con su esposa -también profesora- que estaba embarazada. Giovanni necesitaba conseguir un trabajo a la brevedad. Como profesor no encontró nada, por lo que aceptó varios trabajos diferentes a su rubro: primero como guardia de seguridad en unas bodegas, luego como promotor en una tienda de retail, después como profesor volante y, tras finalizar esta última, emprendió arrendando autos a pedales para niños en una plaza de San Bernardo.

      Durante estas experiencias laborales Giovanni dice haber desarrollado muchas habilidades que lo han ayudado a conectar mejor con sus estudiantes, pues durante mucho tiempo se enfrentó a una difícil realidad, como muchas de las familias de ellos. Entonces, cuando el Liceo Manuel Plaza Reyes de Lampa le ofreció un puesto de trabajo como profesor estable, rápidamente fue valorado por la cercanía que lograba con ellos y el liderazgo que impartía fue tomando peso en el establecimiento, abriéndole posibilidades, la primera como asesor del Centro de Estudiantes, luego como jefe de UTP y más tarde como director. 

      Giovanni -a la derecha- junto a un estudiante.

      “Poke profe” le decían sus estudiantes por su apariencia jovial. Giovanni busca trabajar la confianza, la emoción y la empatía en su liderazgo. Recuerda cuando una vez le aconsejaron ocultar sus emociones como director, pero a él no le molesta mostrar cómo se siente en público y si una situación le genera una lágrima, la deja caer y comparte su emoción con la comunidad educativa. 

      Tras 12 años trabajando en Liceo Manuel Plaza Giovanni sintió que ya era momento de un cambio. Así, postuló a través de la Alta Dirección Pública y se convirtió en el próximo director del Liceo Gabriel Gonzalez Videla A24 (GGV) en 2020. Haber ganado el concurso para él significó una validación concreta de sus capacidades. Y, pese a lo difícil que fue asumir su cargo en un establecimiento nuevo en pandemia, hoy valora la experiencia. 

      Algo que Giovanni nunca supo antes de entrar al Liceo GGV es que el 85% de los estudiantes son inmigrantes. Incluso, fueron calificados como el establecimiento con mayor número de jóvenes inmigrantes en la Región Metropolitana. Giovanni lo destaca como una oportunidad para fomentar identidad y empoderamiento en los jóvenes. Asimismo, el equipo directivo ha debido preparar diferentes estrategias para apoyar a los estudiantes con las adversidades propias que conlleva su situación:  muchos de ellos llegaron por pasos no habilitados y les cuesta mucho obtener la documentación necesaria para acceder a becas, movilización, etc. Hoy en día tienen relación con múltiples organizaciones relacionadas inmigración y es un proceso que hacen como parte de su gestión. 

       

      Giovanni -tercero de derecha a izquierda- junto a parte de su equipo.

      Ahora Giovanni conoce más platos de comida que nunca y se expresa con nuevas palabras latinoamericanas. Él motiva a que sus estudiantes den a conocer distintas formas de cultura de sus países: a través del lenguaje, la música, la comida. “Me gusta que sepan que este director viene a hacer comunidad, y no para la tele, sino porque en realidad me importa mucho”, dice emocionado. 

      Pero las convicciones de Giovanni no terminan ahí. Aún en el cargo de director Giovanni no cesó el compromiso que asumió poco antes de que lo contrataran como profesor en el Liceo Manuel Plaza: hacer clases a adultos en un liceo vespertino. Fueron tan grandes los lazos que formó con sus estudiantes y las ganas de ayudarlos a sacar sus carreras que, pese al cansancio y el agotamiento personal, durante 10 años asumió con gusto sus dos trabajos. 

      Giovanni es fiel a la educación pública, tiene mucha fe en ella. Es por eso mismo que sus dos hijos están matriculados en establecimientos municipales de la comuna de Santiago. Para él, la educación TP es una oportunidad única que en una primera instancia surgió para los jóvenes que no contaban con los recursos necesarios para una educación superior, pero que hoy es una alternativa atractiva que ofrece diversas trayectorias educativas según los intereses de los propios estudiantes. Por eso, no tiene duda en que éste es el lugar desde donde quiere seguir aportando, ya que su trabajo le apasiona y, pese a que le cuesta asumirlo, se despierta y duerme pensando en su comunidad educativa; buscando entregar motivación, optimismo, expectativas y sobre todo empatía.

       

      Francisco: el director Millennial

      “Mi zona de confort es la permanente búsqueda de la mejora continua”, dice Francisco Manqui, director de un liceo ubicado en una pequeña localidad rural de Puyehue llamada Pilmaiquén. Es tan pequeña que Wikipedia sólo dice que “no posee una amplia población”, pero los esfuerzos de Francisco por liderar un establecimiento “joven” ha logrado que el Liceo Bicentenario People Help People de Pilmaiquén tenga más de 23 mil “me gusta” en su cuenta de TikTok. 

      Francisco asumió el cargo en 2020, con 33 años y dos semanas antes de la pandemia. “En ese momento sentí que todo se derrumbó”, dice, pues cargado de energía y con ganas de buscar su sello como director, se enfrentó a una realidad que nadie había vivido, menos en un contexto donde aproximadamente el 60% de sus estudiantes no tienen ni señal de internet en sus casas.

      Con todos esos desafíos Francisco cree que desarrolló una característica que para él es clave en un líder educativo: tratar siempre de ser inspirador. Tal característica lo ayudó a motivar a los docentes y equipo directivo del colegio para llevar a cabo el proyecto de “aula móvil”, donde adaptaron el furgón escolar a una sala de clases e iban a las casas de sus estudiantes a enseñar. Este proyecto innovador ganó un espacio en un noticiero nacional e impidió que los y las jóvenes del liceo sin conexión a internet perdieran meses de estudio.

      Francisco -en el medio- junto a parte de su equipo

      People Help People de Pilmaiquén contiene 27 hectáreas de terreno y se rodea de una vista privilegiada: intensos verdes y panorámicas de 3 volcanes: el Osorno, el Puyehue y el Puntiagudo; lo que ha despertado en esta comunidad educativa una gran admiración por la naturaleza y su preservación. El establecimiento ofrece dos especialidades: gastronomía y agropecuaria, así como también un hogar para aquellos estudiantes que se internan de lunes a viernes y donde, muchos de ellos, viajan más de 3 horas para llegar. Esto, transmite Francisco, posibilita una cercanía inigualable en la comunidad educativa.

      Francisco se enteró de la vacante en el establecimiento recién egresado de pedagogía en Matemática y asistió a una entrevista no muy seguro, por lo lejos que le queda el liceo desde su casa en Osorno. Sin embargo, el proyecto educativo lo cautivó, por lo que terminó desempeñándose 12 años como profesor de matemática en el establecimiento, los últimos como coordinador nacional de matemáticas para SNA Educa -la red educacional de la cual el Liceo es parte-, quien le ofreció el mencionado cargo por los excelentes resultados que Francisco lograba en las pruebas de medición.

      Y así, justo en el momento en que este profesor sentía internamente la necesidad de un cambio, para evitar caer en una rutina, le ofrecieron ser director. “Quiero que este establecimiento sea joven y con capacidad de adaptarse a los cambios tecnológicos”, dice con mucha seguridad luego de liderar el establecimiento dos años. Francisco es millenial, evita las formalidades y podría fácilmente estar participando de un video de TikTok con sus estudiantes, dando un consejo a alguno de ellos o generando risas de los jóvenes con sus comentarios durante las visitas a las salas de clases.

       

      Francisco junto a estudiantes del establecimiento.

      Además, está convencido que una de las habilidades que más ayudaría a sus estudiantes a enfrentarse al mundo, es desarrollando el pensamiento computacional. Por esa misma razón, gracias al plan de estudios de SNA, desde primero medio los jóvenes comienzan a tener clases sobre tecnología y progresivamente adquieren conocimientos en programación. “Los softwares que enseñamos utilizar en las especialidades estarán obsoletos en un par de años, por eso es fundamental que los estudiantes comprendan el lenguaje de la tecnología”, dice.

      Los desafíos de liderar un establecimiento no terminan. Desde este año la pandemia dejó de ser el principal obstáculo en el aprendizaje de los estudiantes, pero hoy las escuelas de todo el mundo -y en particular el establecimiento liderado por Francisco-, se enfrentó a una situación compleja relacionada con la convivencia escolar. “En un momento sentimos que tocamos fondo, pero con el equipo de gestión decidimos que no lo íbamos a permitir”, señala el director.

      Ante esto, Francisco tuvo claro que en este momento la prioridad no era la enseñanza, sino trabajar los problemas sociales que se reflejan en la comunidad educativa post pandemia. Así, se levantó el tema como algo urgente de trabajar y se construyó un comité de convivencia escolar, el cual, en su primera labor, se encargó de hablar con toda la comunidad educativa -personal de aseo, inspectores, apoderados, directivos, docentes, estudiantes- para conocer sus inquietudes, preocupaciones y problemas.

      A partir de ese diagnóstico se construyó un plan basado en acercar a la comunidad educativa a través de “actividades participativas”, donde se realizaron reuniones entre 8 y 10 estudiantes para conversar y conocerse mejor, el principal aspecto que notaron que generaba estos problemas de convivencia, tras haber dejado de compartir por dos años.

      Con todas estas acciones ahora las cosas están mejor en People Help People, quienes de a poco se han adaptado a un nuevo mundo, con nuevas dinámicas y formas de relacionarse; ante esto Francisco no teme, los cambios son parte de la generación millennial y los acepta con gusto y entusiasmo; esperando siempre transformarlos en un aporte para sus estudiantes.