Juan: El director que nunca dejó el aula

Asumir uno de tus mayores desafíos laborales unos años antes de la jubilación no es una decisión usual, sin embargo, fue la decisión del profesor de historia Juan Villarroel a sus 66 años. En 2014 decide integrarse como director al Colegio Chile Norte de Arica -politécnico- para pasar sus últimos años de docencia entregando sus conocimientos a jóvenes quienes, por el contexto en el que viven, suelen enfrentar muchos más desafíos para continuar su trayectoria profesional.

De lunes a viernes, sin excepción, Juan se despierta a las 6 de la mañana para llegar al colegio antes del inicio de la jornada. Cuando llega la hora, se acerca a la entrada principal y saluda a cada uno de los estudiantes con un animado: ¡buen día!, acción que dice ser clave para cumplir con su sello personal, ser cercano a los y las jóvenes. Durante sus 41 años de experiencia laboral nunca ha dejado las aulas, aún siendo director. Actualmente dicta dos clases de historia y filosofía y, como parte de su metodología de trabajo, sus colegas en cargos de gestión también deben dictar clases. Esto, asegura Juan, es esencial para estar en contacto directo con la realidad del liceo y los resultados de su trabajo.

La historia laboral de Juan comenzó años atrás, cuando se encontraba soltero, sin hijos, y leyó en el diario El Mercurio un anuncio que realizaba una “empresa grande”, buscando docentes.  Juan postuló y -para su sorpresa- lo contactaron de Codelco para asumir como profesor en el Liceo Diego de Almeida, ubicado en un pequeño pueblo de la cordillera llamado El Salvador, antiguo asentamiento minero ubicado junto a la Cordillera de los Andes y en medio del Desierto de Atacama. Afortunadamente su señora, a quien conoció tiempo después, consiguió trabajo en las cercanías como profesora de inglés y trabajaron en diversos colegios entre Potrerillos y El Salvador; en el caso de Juan, siempre pertenecientes a la red de Codelco. Su récord, 22 años como subdirector y director del Liceo Diego de Almeida. 

Su desafío más grande relacionado a lo laboral, recuerda, fue ahí mismo, pues cuando asumió como director, el Liceo estaba categorizado en los últimos lugares de la región de Atacama en las mediciones nacionales. Para cambiar esto, se crearon programas propios para el Liceo, se formaron departamentos, se establecieron evaluaciones de desempeño para el personal, se trabajó colaborativamente con empresas, se crearon nuevas especialidades, entre muchas otras acciones. Si bien fue un período muy duro en lo laboral para esta comunidad educativa, luego de 3 años y medio, lograron ver excelentes resultados: éste subió al segundo mejor lugar regional. 

Durante la experiencia de Juan trabajando en la red de colegios de Codelco se dio cuenta que el sistema educativo podía tomar algunas lecciones de la producción del cobre, pues en ésta se busca lograr la excelencia, que el producto tenga un 99,99% de dureza; en el caso de los colegios, consta en implementar un nivel de exigencia tal que, sin importar los recursos o la historia de los estudiantes, se parte de la base que todos son capaces de llegar a altos puntajes en las pruebas de medición nacionales. De hecho, esta lógica ha dado sus frutos, ya que como relata el director, uno de los momentos más gratificantes de su trayectoria fue la noticia de que dos de sus estudiantes consiguieron puntajes regionales y uno puntaje nacional.

El originario del pequeño pueblo nortino de Taltal descubrió su pasión por la educación técnica profesional apenas ingresó al mundo laboral, recién titulado de la Universidad de Chile, pues su primer trabajo fue como profesor de Historia y Geografía en el Liceo Politécnico C-20. Hoy, 41 años después, no se siente cansado y sigue encantado con ella. Juan le aconsejaría a un(a) docente que está empezando su trayectoria, que, si eligieron esta “hermosa profesión”, no se desanimen y sigan adelante, pues cada día se descubre algo nuevo que revitaliza tu quehacer y te llena de energía para enfrentar nuevos desafíos. “El éxito de nuestra gestión se basa en nuestro nivel de compromiso y empatía con cada uno de nuestros estudiantes y sus familias; los éxitos de ellos son también los nuestros”, asegura, e insiste que un buen educador está siempre en permanente actualización de sus conocimientos.